
Por Eduardo Alberto Ortega Sulbaran
El día y el sol de Nuestra América se tiñe de un manto oscuro, las fuerzas de la contrarrevolución construyen la noche donde antes hubo día y florecimiento de vida. Hoy se impone la noche falsa, la noche impostora que alberga en ella el crimen y el fascismo, autoritariamente se hacen dueños de todos los lugares, la gente deja de tener espacio por despiadadas fuerzas, sus cuerpos saltan por los aires, hoy a igual que ayer la vida ya no tiene razón de ser, la locura y la demencia hermanas eternas se coronan e imperan por la fuerza y la crueldad.
Allá una muchedumbre, muy a lo lejos, muy a lo cerca, allí en el horizonte vigilan, su rabia, su impotencia fabrican la expectación que se hace nula, que se hace nada.
Hoy pueblos y gobiernos se preparan con ganas de actuar, sin embargo hay algo que lo evita, haciendo que la voluntad desnuda y la revolución de los mismos se paralicen.
Allá nuestros hermanos esperan ayuda que se hace más que necesaria, porque se hace balance entre la vida y la muerte, entre si mandan los reyes feudales o los pueblos.
Hoy Nuestra América grita, grita y exige que sus hijos del sol sean auxiliados, si la América no oye ni atiende a sus hijos, entonces la hora de los pueblos y de Nuestra América todavía no ha llegado. De ser así, la noche que se hace eterna en la cuna de la crueldad y la indiferencia seguirá reinando hasta que los tiempos hartos de tanta espera se suiciden. Una vez muerto el tiempo, la historia no existirá, sin ella los pueblos se harán invisibles y entrarán al limbo del destiempo.
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